REDACCIÓN DE SANT JORDI

EL ASESINATO DE UNA NIÑA

Todo empezó en un pequeño pueblo que tan solo habitaban un par de campesinos y unos pobres desgraciados que estaban enfermos. No era un pueblo muy grande, estaba como abandonado y hacía mucho tiempo que no tenía alcalde y la gente que quería ir a vivir por esa zona se le pasaban   las ganas debido al pésimo estado del pueblo. Las casas estaban a punto   de derrumbarse, ese pueblo se llamaba Arribaldo, ese nombre provenía    del primer alcalde de ese pueblo, el apellido del alcalde era Arribaldo. Al lado de Arribaldo había otro pueblo, pero no tenía ningún problema ,      estaba mucho mas modernizado y en el habitaban personas que tenían un gran nivel de vida, este pueblo sí que tenia ayuntamiento y también un    alcalde formal y simpático, el pueblo se llamaba Sedam, este pueblo solo  quería gente que se ganase bien la vida.

 Un día en Sedam llegó un chico con una forma de vestir peculiar, ese hombre venia de fuera, quería poder alojarse en alguna casa solo para un par de semanas. Al llegar a Sedam lo primero que hizo fue ir al ayuntamiento, a preguntar al alcalde si se podía alojarse en una casa que  en ese momento no hubiera gente, el alcalde le contestó que ni hablar, y  él se marchó. Al salir del ayuntamiento aquel hombre no sabía qué hacer y no a mucha distancia vio un pueblo, ese pueblo era Arribaldo. Antes de entrar al pueblo vio que en una pared había un grafiti que decía: ”Bienvenido a este pueblo, saluda a los fantasmas”, ese hombre no creía  en estas cosas así que se acerco al interior del pueblo. Seguidamente entro en una casa abandonada y allí paso la primera noche. Por la mañana se marchó de esa casa y al salir escucho un grito de una niña, al hombre le pareció que venía de una casa que salía humo, y hacia allí se dirigió. Al estar más cerca de la casa se paró un momento a pensar y se dio cuenta   de que él y la niña puede que estuviesen en peligro, en ese momento dejó la valentía y el coraje y se marchó tan rápido como pudo en dirección hacia Sedam. Al llegar se fue primero al ayuntamiento pero estaba cerrado, se acercó al horario y vio que hacían huelga, pero en el horario ponía un  número de teléfono, se puso la mano al bolsillo para coger el teléfono y marcar los números, ¡ Pero el teléfono no estaba!¡ Lo había perdido! Se puso a correr y estuvo de suerte, vio una persona por la calle y le pidió el teléfono, la persona le dijo que se diese prisa que se tenía que marchar y rápidamente el hombre llamó al alcalde para contarle que en Arribaldo podía haber un supuesto asesinato. El alcalde le dijo que de inmediato mandaba coches patrulla de la policía y ambulancias por si había un tiroteo y salían heridos, ser lo más rápido posible en intervenir. Como Sedam era un pueblo tan organizado en unos instantes ya se oyeron las sirenas de los coches de policía y ambulancia, seguidamente el hombre vio que los coches de las intervenciones policiales bajaban la calle donde  él estaba y se dirigían en dirección hasta la casa donde había el supuesto asesinato. Un coche de policía llevó al hombre hasta la casa que salía humo, la policía rodeo la casa y habían francotiradores en los tejados de otras casas apuntando a la del presunto asesinato. Cuando la policía ya estuvo toda preparada para intervenir un hombre con un chaleco antibalas de puso delante de la casa y con un megáfono dijo:”¡La policía está por toda tu casa, si no dejas a la niña tendremos que intervenir!”, de esa  casa no salía nadie y el policía dijo: ”¡No te voy a dar más oportunidades, voy a contar hasta tres!” y el policía dijo: ”1,2…” y rápidamente salió un hombre con una niña y dijo: ”¡No nos matéis, todo ha sido un malentendido!”,los policías no dispararon y le preguntaron entonces que quería decir el  grito de la niña, el hombre dijo que la niña    había visto una araña y por esto gritaba y entonces la policía se puso a reír y con el megáfono dijo al resto de policías que había sido una falsa alarma y todo el mundo se marcho.

El hombre se disculpó con el padre y la hija y desde ese día no volvió a montar jaleos sin estar seguro de que pasaba.